miércoles, 22 de agosto de 2007

Carta

“Pesan sobre mí los años. Hace tiempo que dejé de ver…. Primero de cerca, luego de lejos. La vida me dio más que sorpresas y aprendí algunas cosas que me gustaría olvidar de memoria. Desde que abandoné mi niñez, a edad muy temprana, mi vida ha transcurrido con monótona simetría.

Los sueños, que empezaron siendo metas alcanzables, como un rio caudaloso y fuerte que se dirige a su destino, acabaron convirtiéndose en vapor de agua. Las fuerzas se fueron diluyendo cada mañana, cuando despertaba del sueño…. Entonces, las sombras de la razón acudían a mi cuerpo y hacían que maquinalmente cumpliera con mis obligaciones.

Mi cuerpo se fue desgastando poco a poco, como un reloj de cuerda, que de tanto darle, al cabo del tiempo ya no da la hora.

La sonrisa fue guardada para contadas ocasiones, igual que los vestidos nuevos que nunca tuve. Mi mirada se fue perdiendo cada vez más lejos del horizonte, tan distante de mí como los sueños que albergaba de joven.

Cuando Sebastián dejó este mundo la devastadora tristeza vino a mí, ya no había ningún mecanismo que activara la razón por las mañanas, ni los sueños volvieron por las noches. La oscuridad se hizo por completo a mis ojos, mis días no se habituaban a la grandiosa soledad.

Ahora, se acerca el final de mis días, y vuelven a mí los recuerdos de mi niñez, escasos pero potentes, recuerdos que rememoran la sonrisa intacta, la mirada limpia, la belleza de la ignorancia.

La certeza de una muerte anónima, la seguridad de que las flores no iluminarán de colores mi lápida no me entristece. Encontraré el lugar donde los sueños siguen su curso por la mañana, donde la luz del día activa el corazón, los sentimientos, las ganas de reír. Encontraré a Sebastián, joven y apuesto, como siempre fue en mi memoria y realizaremos cogidos de la mano todos los ideales con los que nuestra alma fue alimentada antes de nacer.”

La carta fue encontrada en la casa de la anciana, días después de haber encontrado su cuerpo sin vida desde hacía meses. Nadie conocía a la mujer, ni la que aquí transcribe sus palabras, pero creo que el mundo está lleno de historias anónimas de las que aprender y tengo la posibilidad de hacérosla llegar. En vosotros reside la opción de acogerla en vuestra propia experiencia y hacer que en vuestro mundo, los sueños nunca pierdan la fuerza por las mañanas.


Photo: Layal (Bahrain) http://www.mideastyouth.com

2 comentarios:

carlos dijo...

la carta ,me a dejado sin palabras, me a dejado con los ojso abiertos , e sentido la necesidad de leerlo varias veces y no popr ke no lo alla entendido , sino por lo que expresa...
"Encontraré el lugar donde los sueños siguen su curso por la mañana, donde la luz del día activa el corazón, los sentimientos, las ganas de reír."
Aunque ella sentia eso cuando era joven , y lo perdio con la muerte de sebastian... yo e sentido eso mismo con una persona que por jugarretas del destino se encuentra lejos y que solo pueda pverla en contadas ocasiones, hasta que podamos estar juntos definitivamente... ahora soy joven y cuando sea mayor y llege mi lecho de muerte , seguramente escriba una carta y hablare de ella, sobre ella, hasta que las palabras me permitan hacerlo.

Bsos y abrazos, preciosa carta, mis sueños no pierden fuerzas por las mañanas... y menos las mañanas en las que escucho su voz...

kaO¡ dijo...

A mi también me ha encantado la carta. Es ver cómo la marcó un nombre, un rostro.. ese amor; i saber que hai marcas que perduran siempre, que a pesar del tiempo o de la desgracia, o de la mala suerte o las circunstancias nunca se olvidan.
Por suerte (por toda la suerte del mundo), ahora yo también tengo a alguien a quien nunca podré borrar de mí. Y no serán necesarias las palabras, sino una carta de silencios.

Que tus sueños -vuestros sueños-, jamás pierdan la fuerza, ni de mañana ni por la noche, como tampoco lo hacen los nuestros.

Un abrazo